Huele a patatas fritas. También a hamburguesa. Mi barriga
ruge y se me hace la boca agua con tan sólo oler esa deliciosa comida basura. Mis
deberes están terminados, es viernes y está a punto de empezar una de mis
series favoritas. Son las nueve y media de la noche y mis padres están abriendo
las bolsas de la comida rápida.
Sobre la mesa se encuentran una docena de sobres rojos y
amarillos, hay una botella de agua a mi lado y dos coca-colas para mis padres.
No tengo nada por lo que preocuparme, todo es perfecto, aunque coma comida
basura no engordaré. Abro la caja en la que se encuentra mi Big Mac con ansias
y alzo la mano hacia la bolsita de plástico que contiene las patatas fritas.
Muerdo la mitad de una y la saboreo, feliz. El sabor es adictivo y acabo de
comerme la patata frita para comerme otras dos más.
Hago una pausa porque acaba de empezar mi serie favorita.
Miro a la pantalla de la televisión por un rato mientras mis padres están
hablando de fondo. Está bien, por ahora no me importa, es la introducción de la
serie y casi me la sé de memoria. Mientras estoy pendiente de la televisión,
cojo un trozo de pan redondo con pepitas y lo dejo encima de la mesa. Abro un
sobre de kétchup y lo echo encima de trozos de cebolla y encima de la
hamburguesa.
Después poso el trozo de pan grande y redondo encima. Divido
la hamburguesa a la mitad y en el segundo piso echo un sobre de mostaza. Cuando
cierro el Big Mac pego un mordisco que me sabe a gloria. Dios Santo, gracias
por inventar comida tan exquisita. La serie ha empezado y yo fijo la mirada en
la pantalla mientras pego otro mordisco a la hamburguesa. La mezcla de la
carne, la cebolla, la lechuga, la mayonesa, el pepino, el kétchup y la mostaza
es una de las mejores que he probado nunca.
Poso la hamburguesa en la caja abierta, vierto la bolsita de
patatas fritas en la mitad de la caja que trae la hamburguesa y abro un sobre
de kétchup y otro de mostaza para echarlos encima de las patatas fritas. Mis
dedos se ciernen sobre una patata frita recubierta de kétchup y mostaza y me lo
llevo a la boca. Súper bueno.
Mis padres están, ahora mismo, con los ojos pegados a la
pantalla. Yo estoy como ellos. La serie es genial y engancha demasiado. Mientras,
voy comiendo una patata frita, recubierta de kétchup y mostaza, tras otra. Me
ha dado sed, así que abro la botella de agua y bebo tres tragos de agua fresca
y fría.
No me gusta la coca-cola, ni la fanta, ni el kas, ni… bueno,
la mayoría de las bebidas que no son agua no me gustan. Debo ser rara, pero eso
no me importa, ya que esas bebidas no son buenas, no son naturales, así que
haber nacido sin que me gusten es algo genial. Tampoco la hamburguesa y las
patatas fritas son sanas, pero… esta comida basura si me gusta, bueno, amo su
sabor.
La mitad de las patatas están ya en mi estómago, pero la
hamburguesa está casi entera. Sólo mordisqueada unas tres o cuatro veces, no
más. Me acabo de dar cuenta de que hay nuggets de pollo y aros de cebolla
encima de la mesa. Amo los aros de cebolla, así que alzo una mano para coger
uno y untarlo en el mejunje de kétchup y mostaza que he echado sobre las
patatas fritas. Muerdo un trozo de la fritura y el aro deja de ser aro para
convertirse en un piercing frito enorme hecho para un semi-gigante.
Mis padres hablan, pero no importa, están pasando publicidad
en la televisión. Me uno a la conversación mientras los aros de cebolla, las
pocas patatas fritas y el resto de la hamburguesa van desapareciendo de la
mesa.
Maldita sea, la comida basura está deliciosa. Aunque también
da sed. Pego otros 2 tragos de agua y termino mis patatas fritas. Sólo quedan
dos, y desaparecen en unos segundos. Tomo mi tercer aro de cebolla de la noche
untado en mejunje de kétchup y mostaza y me lo como de 4 bocados. Súper rico.
Me queda la mitad de la hamburguesa de la mano y la serie ha
vuelto a comenzar. A mis padres y a mí nos engancha muchísimo. Es un genio
quien la inventó. Sin darme cuenta, el capítulo llega a su fin y mi hamburguesa
también. Bebí otro poco de agua y terminé de cenar. Recojo los envoltorios de
mi comida de la mesa y los tiro a la basura. Acabo de ver la serie con mis
padres y luego voy a mi habitación.
Es Noviembre y hace frío, pero se está a gusto con este
pijama de invierno y envuelta en tantas mantas calentitas que tiene mi cama. Apago
la luz de la mesita de noche. Apoyo mi mejilla derecha sobre la almohada, y noto
lo suave y blandita que está. Me cubro con las mantas hasta las orejas, pues,
mi nariz, pies y manos están fríos. Cierro los ojos y al instante caigo en
brazos de Morfeo. Mi semana ha estado llena de exámenes y estoy realmente
cansada, por lo que concilio el sueño muy pronto.
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